
En un acto ecuménico sin precedentes, marcado por extraordinarios testimonios de ayuda a refugiados de guerra, niños en peligro de muerte por genocidio y víctimas del cambio climático, el Papa Francisco y el presidente de la Federación Luterana Mundial han dado este lunes en Suecia el pistoletazo de salida al «ecumenismo de la solidaridad»: trabajar juntos en favor de los más necesitados.
El encuentro en el polideportivo cubierto Malmö Arena, ha sido un momento inolvidable para diez mil personas, en su mayoría jóvenes, que han escuchado los testimonios, han meditado las palabras de los dos líderes religiosos, y han asistido a la firma del acuerdo de Caritas Internationalis y su organización homóloga, el Servicio Mundial de la Federación Luterana Mundial, para trabajar en equipo ante las grandes emergencias.
La entrada costaba diez euros, y la recaudación se dedicará a actividades de ayuda de Caritas Internationalis a damnificados por la guerra en Alepo, y del Servicio Mundial a refugiados sirios en Jordania.
Rose Lokonyen, una joven de 23 años de Sudán del Sur, refugiada en Kenia, ha relatado cómo su familia tuvo que escapar de la guerra civil y cómo ella comenzó a ayudar a niñas refugiadas animándolas a incorporarse a las escuelas e invitándolas a hacer deporte.
Rose es una muchacha atlética, hasta el punto de que ha formado parte del equipo de refugiados de Naciones Unidas en las recientes Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, donde llevaba orgullosamente la bandera.
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