
Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escuchadle!» (Mateo 17: 5).
Esta afirmación de Cristo por Dios, se convierte en la base sobre la cual confiamos y adoptamos el modo de vivir de Cristo. La afirmación de Cristo puede y debe informar sobre la obra que hacemos como seguidores de Cristo en el mundo.
La afirmación de Cristo nos llama a escucharlo, y lo que él instruye es que volvamos a los demás para abrazarlos con el amor sacrificial de Cristo. En este sentido, la afirmación de la obra de Cristo en nuestro mundo (paz, justicia, reconciliación, amor, esperanza, etc.) se vuelve crucial y reconocemos el poderoso papel que la afirmación puede desempeñar para traer la justicia al mundo.
Las relaciones, la conexión y la comunidad se construyen a través de la celebración uno al otro y de la afirmación uno al otro. Es como reconocemos la imagen de Dios dentro de cada uno de nosotros y nos permitimos brillar, como Cristo hizo, que cada uno encuentre su lugar en la comunidad y en la obra de Dios que estamos llamados a hacer. Tal encuentro nos cambiará inevitablemente, y entonces nos encontraremos moviéndonos hacia el mundo para reconocer la luz de Cristo en todas partes, para afirmar a todos los que nos encontramos y para atraer a todas las personas a este modo de vida que afirma y revela Cristo
Es importante reconocer que Jesús se transfigura cada día en cada momento del mundo que nos rodea. En Mateo 25 nos recuerda que todo lo que hacemos por el menor entre nosotros, lo hacemos por Jesús. Jesús es transfigurado todos los días bajo la apariencia de los hambrientos, los pobres, los desplazados, los trabajadores oprimidos, los sin techo y los enfermos.
Quizás no tengamos acceso a un gran momento deslumbrante donde nos encontramos con el Jesús transfigurado, pero si tenemos los ojos para ver, encontramos al Jesús transfigurado cada momento de cada día. Cuando comemos alimentos cultivados por campesinos atrapados en la deuda o compramos ropa hecha por obreros oprimidos nos encontramos con Jesús. Cuando negamos la atención médica a aquellos que la necesitan o nos quedamos en silencio mientras que la ayuda para el hambriento es cortada, estamos haciendo esas cosas a Jesús.
Llevar la carga de sostener la imagen de Dios en nuestro prójimo, ver en ellos al Jesús transfigurado, es nuestra tarea diaria de discipulado. Para soportar ese peso de gloria haciendo al menos de éstos como lo haríamos a Jesús. Transfigurar lo cotidiano y ser mejores discípulos para ello.
Además, cuando tomamos el tiempo y la energía para afirmar la creatividad y la resiliencia de los pobres, cuando afirmamos el coraje de los pacificadores, cuando afirmamos la servidumbre de los que trabajan con los sin techo y los marginados de la sociedad, fortalecemos los esfuerzos de estos fieles, y apoyamos el trabajo de la justicia en el mundo.
Que nuestra adoración de esta semana nos lleve al ministerio de la afirmación, aun cuando recibamos la afirmación de Dios a nosotros mismos. Texto de Mateo 17: 1-9.
By: Curtis Kline – Diaconia IELCO
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