
Margrethe Vestager, la luterana que que ha sacudido a la industria tecnológica en Europa. Luterana, formada en un colegio público rural, la comisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, de 50 años -21 de ellos en la política-, le ha dado la vuelta a la industria tecnológica que opera en la Unión Europea. La tradición luterana ha determinado su sencillez. En su despacho tiene una escalera de madera como adorno, regalo de su hija, para recordar que “para subir tiene que llevar consigo su propia escalera”.
Con casi cuatro años en el cargo ha hecho más amigos entre la ciudadanía que en los despachos. El sello que imprime a su labor ha hecho que en Estados Unidos la llamen “tecnófoba”, reconociéndosele como una mujer discreta, con la frialdad típica danesa y una mano de hierro comprometida con la justicia y la discreción.
Vestager, a los treinta años accedió al cargo de Ministra de Educación y Asuntos Eclesiásticos a través del Partido Social Liberal, considerado también “de centro” liberal, y terminó siendo la viceprimer ministra de Dinamarca. Hoy dirige un gabinete de dieciséis personas. Once de ellas, mujeres. Su visión de la política, más allá de su ideología liberal, es que debe ser una palanca para el cambio, no un fin en sí mismo. Se define como una antiburócrata. Es una de las personas más poderosas de Bruselas. Desde que accedió a su cargo se ha visto inmersa en acciones relativamente polémicas, como cuando investigó las ayudas fiscales recibidas por Apple en Irlanda y terminó imponiendo una sanción de 13.000 millones de dólares -11.000 millones de euros en impuestos atrasados, más intereses-.
A Vestager nunca le ha temblado el pulso para ser contundente con empresas de la envergadura de Apple, Google, Gazprom o Facebook y en su gestión ha estado en contra del monopolio y las ayudas estatales a empresas. Además de los grandes de la tecnología y las comunicaciones, empresas como Qualcomm, Starbucks, FIAT, Intel, Amazon o IKEA también han tenido que responder ante la comisaria, y en la mayoría de casos, han acabado teniendo que pagar por sus faltas. Prácticas inadecuadas, abuso de posición dominante, carteles o ayudas ilegales estatales son las causas principales que se atribuyen a todos los actores investigados.
Vestager Es una de las luteranas más influyentes en Europa y de las más temidas por su coherencia, mano fuerte y justa, a nivel mundial, por lo menos en el ámbito tecnológico, frente en el que su postura resume su forma de entender su papel garante de los derechos de los europeos en materia de datos: “Debemos asegurarnos de que el uso que [las compañías tecnológicas] hacen de nuestros datos es responsable, de manera que se respete nuestro derecho fundamental a la privacidad”.
The New York Times habló de ella como “la mujer que asusta a Silicon Valley“. Sus críticos le acusan de ser “grandilocuente” y de mostrar demasiada parcialidad con las empresas estadounidenses. Sea cierta o no esa parcialidad, su lucha contra quien abusa del uso de los datos de los consumidores no termina en las grandes tecnológicas. Llegó a afirmar en una entrevista que se ha desecho de las tarjetas de fidelización que poseía, como las del supermercado. “El pago por mis datos era demasiado bajo”, dijo. “Ellos saben todo lo que compras, el momento del día en que lo compras, el tipo de promociones que te gustan y pueden adivinar la composición de tu familia. Y lo que recibes a cambio es un descuento en un detergente en polvo que tú ni siquiera quieres. Encuentro que esto no está equilibrado”
Su futuro pinta lejos de Bruselas, pese a que cuenta con un enorme apoyo en la eurocámara y una reputación mundial fruto de su postura en los casos contra Apple, Google o Gazprom. Vestager dejó claro que le gustaría repetir en el cargo y seguir al frente de Competencia, e incluso tiene algunos casos abiertos que no se resolverán hasta finales del año próximo, cuando se acabe su legislatura, pero no es algo que dependa de ella. De hecho, el nuevo primer ministro danés, Rasmussen, ya dijo que su gobierno no volverá a nombrarla para la Comisión en 2019. Y el proceso de selección de los comisarios europeos está fuertemente controlado por las capitales nacionales.
El nulo apoyo del nuevo gobierno danés hace casi imposible que continúe en el cargo, Lo más probable es que regrese a la política danesa. En Dinamarca hay una opinión unánime: la serie Borgen en la que una política local acaba convirtiéndose en primera ministra está inspirada en ella. Hasta ese punto ha marcado Vestager.
Lo menos probable dentro de las opciones abiertas, que se postule con éxito como candidata a la presidencia de la Comisión Europea, un cargo que nunca hasta la fecha ha sido ocupado por una mujer. Al menos parece que podría contar con el apoyo del gobierno francés. Sus partidarios ven en ella “carisma y energía” para que lidere la comisión, algo especialmente necesario en una legislatura marcada por la necesidad de volver a impulsarse tras el Brexit. No lo tendrá fácil, aunque seguro que en ese camino también se lleva su propia escalera. (Nota adaptada de /www.xataka.com).