
El pasado lunes 25 de junio, el protestantismo recordó el magno acontecimiento de la presentación de la Confesión de Augsburgo en 1530, principal documento confesional luterano, y a su redactor: Philipp Melanchthon (1497-1560).
Si bien Lutero como reformador es reconocido como un místico contestatario que cierra con su pensamiento la Edad Media, por otra parte, no se puede entender el impacto de la Reforma sin la figura del genio Melanchthon, reformador humanista, que da apertura a la modernidad y logra sistematizar el pensamiento protestante. Es así como el luteranismo se comprende a partir del influjo de ambas personalidades, fundamento de la Reforma y cuyas diferencias son conciliadas en el Libro de Concordia, compilación doctrinal que se haría pública en 1580, varios años después de la muerte de ambos padres del protestantismo.
La Confesión de Augsburgo, además de ser quizá el documento fundacional más importante de la Reforma, es considerado una confesión ecuménica. En primer lugar es la confesión más aceptada por las iglesias luteranas. Con pocas excepciones, todas las iglesias luteranas en todos los continentes nombran a la Confesión de Augsburgo como un documento básico en la constitución de la iglesia. En una iglesia luterana, ninguna confesión y ningún documento puede ser valorado igual a las Sagradas Escrituras como base doctrinal y norma suprema (“norma normans”) de fe y práctica. Así mismo tiene la Confesión de Augsburgo una autoridad secundaria (“norma normata”) a la de la Palabra de Dios. El valor de la Confesión de Augsburgo se basa en que siempre se refiere a ella como “una fiel interpretación de las Escrituras”. con base en esto, tiene también su valor como “documento jurídico eclesiástico”, o sea el documento que decide cuál es la doctrina oficial de la iglesia.
Además se puede decir que la Confesión de Augsburgo es un documento ecuménico por ser apreciado y evaluado por otras iglesias evangélicas. Es interesante notar que últimamente también muchos teólogos católicos romanos evalúan la Confesión de Augsburgo como una expresión “católica (universal) de la fe cristiana. Cabe recordar que consta de 28 artículos. Los primeros 21 tratan sobre las doctrinas principales, y los últimos tratan sobre el abuso dentro de la iglesia Católica Romana. El propósito era aclarar la fe y rechazar la falsa doctrina. La única base para ellos eran las Sagradas Escrituras. Hacen referencia a los antiguos creyentes y a la Iglesia antigua sólo para mostrar que están en unión con la Iglesia Cristiana Universal. No introducen interpretaciones personales de la Biblia. Al contrario, son representantes legítimos de la Iglesia Católica, es decir, universal.
488 años de una obra que sin perder vigencia sigue confrontando el quehacer de la iglesia y poniéndola de frente a la misión de Dios presente en el Evangelio.